miércoles, 4 de abril de 2012

Miedo

Mas se de una vez sintió ella la soledad de su lado. Sintió que aveces no caminaba al mismo sentido que sus pares, que no daba los mismos pasos y que se quedaba estancada, en pocas palabras se sintió diferente. Además para ella cada fracaso era como un golpe a una ya desaparecida estima.

Despertaba cada mañana preguntándose cual era el propósito de todo lo que hacia, de que servía despertar y estudiar, de que serviría sociavilizar, si siempre era lo mismo, siempre era la misma y aburrida rutina, de ser invisible para los demás.

Alejandra tenia amigos. Alejandra conversa con sus compañeros. Alejandra entabla conversaciones con sus semejantes. Pero sin embargo es una mas de las mil que hacían lo mismo, y eso era lo que a ella le molestaba de si misma, no poder sobresalir, ni decir lo que ella piensa. Incluso, respecto a lo ultimo, pensaba que dentro de ella se encontraba un persona sentada, atada de manos, de piernas y con una soga en la boca que le impedía hablar. Esa persona estaba en una habitación grande y oscura, y además en frente de sus ojos había un hombre que caminaba con el fin de vigilara para que no se zafara de donde estaba. También por esa habitación, vagaban sus frustrantes recuerdos que la atormentaban cada segundo que pasaba en esa silla, y se preguntaba donde se habían ido los agradables recuerdos que ella había pasado, y que había hecho con ellos el hombre que la vigilaba.

Alejandra creía que mientras esa mujer no se zafara, ella seguiría siendo siempre la misma, seguiría ese maldecido silencio dentro de ella, y sobre todo, seguiría inventando excusas para evadir experiencias. Pero lo que siempre tuvo claro era que el impedimento de todo era ese hombre, o mejor dicho el miedo, ese cobarde miedo que se aprovecho de la mas débil.

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